Por: institutointernacional5heroes.blogspot.com
EL HOMBRE DE LA TRANSICION
Marx nos dice: "la condición humana es la relación social". Ortega y Gasset, el filósofo español, asentó: "Yo soy yo y mi circunstancia". Es
así, el humano pensante ha entendido que él y las circunstancias forman
una unidad, con contradicciones, con armonías, pero siempre uno.
Del anterior pensamiento surge una serie de preguntas: ¿Hasta dónde se puede modificar la relación hombre-sociedad, cómo? ¿Puede el hombre escaparse a ella? ¿Cómo
conocerla? ¿Cómo se manifiesta la relación entre el hombre y la
sociedad? ¿Puede el hombre prepararse para la modificación? Ensayemos
algunas reflexiones.
En
la política, y en su otra cara, la economía, que nos interesa mucho en
estos días, se evidencia la relación hombre-sociedad (circunstancia). Pensemos en cómo actúan los políticos, hasta qué punto influyen en ellos las relaciones sociales, y hasta dónde llega su libre albedrío, hasta qué punto son sólo la personificación de un proyecto, de unos intereses.
Pensemos
en obama, por ejemplo, ¿podía actuar diferente a cómo actuó?
Preguntémonos lo mismo de rajoy, zapatero, lula. Pensemos en un ultra
millonario como bill gates, ¿por qué no reparte su dinero? o en los
banqueros ¿por qué no hacen prestamos sin intereses? ¿Qué piensan, qué
determina su pensamiento, cómo lo justifican?
Las
preguntas pueden ser infinitas, las respuestas han angustiado al hombre
desde lo profundo de la historia, han provocado muchísimas
discrepancias. Intentemos aproximaciones.
El
sistema capitalista es un conjunto de relaciones, de intereses, de
necesidades que como una tela de araña va atrapando al humano, lo
moldea a su imagen y semejanza, lo convierte en una pieza de su interés,
lo coloniza y lo transmuta en una personalización del capitalismo.
Podemos resumir diciendo que el sistema capitalista se sustenta en
humanos capitalistas, sistema y hombre forman una unidad.
El
sistema capitalista para funcionar necesita producir mercancías que se
realicen en el mercado, es decir, que se vendan, de esta manera realiza
la explotación del trabajador.
Debe
producir, además, con el mayor beneficio posible, por eso debe adecuar
las necesidades de la sociedad a su producción, crear necesidades que
maximicen el beneficio para el capitalista. No
produce lo que la sociedad naturalmente necesita, sino que crea
necesidades que determinen la producción con alto beneficio para el
capitalista. De esta manera el capital toma el control de
la Sociedad y el humano pasa a ser un manejado, la mercancía, como un
fetiche, dirige a la sociedad, el capital es un nuevo dios.
La
Política y los políticos en el capitalismo están sumergidos en esta
pérdida de la personalidad, están al servicio del mundo de las
mercancías, no al servicio del hombre.
El Socialismo pretende zafarse de esta situación de enajenación, cambiar la sociedad, cambiar las circunstancias del hombre. La
tarea tiene dificultades: opera en la sociedad enajenada, debe captar a
los hombres alienados para la causa del cambio, para el renacer de una
nueva sociedad, el período de transición se realiza con hombres de la
transición habitados por lo viejo, contradictorios. La tarea es descomunal, pero es posible.
Ya
está claro el verdadero discurso de capriles y de la mesa de unidad: es
el capitalismo. ¿A este programa qué opone el chavismo? La respuesta
parece directa: el Socialismo. Sin embargo, son importantes algunas
precisiones. Veamos.
El
capitalismo que nos propone capriles es el capitalismo maduro, hacia
allá tienden todas las formas nosocialistas por más bondadosas que
parezcan. Es así, el capitalismo en cualquiera de sus fases crea una
mentalidad egoísta, deforma la visión de la vida, nos transforma en
cosas, nos mecaniza e insensibiliza. Recordemos aquel chinito que para
comprarse un electrónico vendió una parte de su cuerpo, o la niña
atropellada cuyo cadáver permaneció tirado en la calle frente a la
indiferencia de los hombres-mercancías.
Al
iniciar el camino del capitalismo, en cualquiera de sus versiones, por
cualquier sociedad, con cualquier excusa, se va creando un mundo
deshumanizado, el de las cosas, y al final del camino encontramos los
hombres-mercancías. Encontramos el capitalismo maduro engarzado con el
imperio mundial de la muerte, el proyecto que capriles nos propone, el
mismo de la Europa devastada, la de los suicidios, de las emigraciones
vergonzosas. El mismo de los gringos que vampirizan al mundo pero se les
acaba el tiempo con deuda descomunal, crisis estructural que amenaza
con ser definitiva.
El
capitalismo, ingenuo o salvaje, cualquiera sea su versión,
necesariamente camina hacia un remedo de la forma más evolucionada de
este sistema. Así pasa con China, Brasil, grotescas imitaciones de lo
peor de los países del norte, acumulando capital y también conciencia
egoísta, de millonarios groseros enriquecidos con el sudor y la desdicha
de sus hermanos.
Lo
anterior es una ley corroborada por la historia. Los ensayos
capitalistas imitan las formas más evolucionadas del sistema, aunque de
manera deformada, monstruosa, con sus vicios en grotesca mezcla con sus
virtudes: el celular con sus miserias, el carrote con el rancho, con su
lastre de esclavitud y deformación del humano.
El
proyecto Bolivariano, y he allí su inmenso valor, es la posibilidad de
romper con el capitalismo definitivamente. Esta es su diferencia
esencial con el proyecto de la oligarquía, del imperio. Mantener esa
posibilidad es la tarea más importante de los revolucionarios en los
pocos días que nos separan de las elecciones de octubre.
Después,
la tarea más importante será hacer de nuestro socialismo incipiente,
bamboleante, indeciso, un Socialismo fuerte, nítido, donde las formas
capitalistas sean vestigio, la conducta egoísta se reduzca cada día, y
la relación humana sea de fraternidad y no de guerra. Donde las teorías
que coquetean con formas capitalistas sean desechadas, las soluciones de
los males de la sociedad se resuelvan con más Socialismo, y las
herramientas melladas del capitalismo sean consideradas de alto peligro
para la tarea socialista. Donde, en definitiva, el hombre recupere su
condición humana, su puesto en la sinfonía de la vida, su armonía con el
resto del planeta.
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